Consecuencia de los daños de los sistemas agrícolas intensivos y la preocupación por los efectos del cambio climático, hay interés por nuevas alternativas de producción que no afecten al ambiente, o los factores climáticos. Los sistemas intensivos maximizan los rendimientos a través de diversos medios, como el uso excesivo de los pesticidas y fertilizantes químicos. Este tipo de sistemas, continúan hasta hoy, provocando un efecto de escala considerable, como el aumento del uso del suelo y como práctica de ello, una acelerada degradación de los suelos, además, afectaciones a grandes extensiones de tipos de vegetación del hotspot e impactos negativos al ambiente, tanto a nivel local y regional. Si bien el impulso al desarrollo de la agricultura orgánica, ha disminuido en cierto grado el impacto negativo al ambiente; sin embargo, este sistema general de gestión, enfocado en normas de certificación, carece de directrices claras en lo que respecta a la conservación de la biodiversidad. Por lo antes mencionado, es necesario buscar estrategias de producción que disminuyan los impactos al medio ambiente. Entre uno de estos aspectos es la capacitación en la que, a través de ella, se busca alternativas recientes de gestión, como la preservación del suelo, y la agricultura agroecológica y el desarrollo sostenible. Estas prácticas permitirán un mayor rendimiento de los cultivos y como resultado final, un beneficio neto a la biodiversidad, reducción de la convertibilidad del suelo agrícola y la necesidad por más área para cultivos.